martes, 11 de diciembre de 2012

Ceremonia del té


El té

            La infusión de té produce una bebida que apaga la sed y estimula. A través de los siglos se ha extendido en todo el mundo y sus cultores han ideado distintas leyendas sobre su origen. Más allá de esas fantasías, el té es originario de la región de Assam, al noroeste de la India. Hacia el siglo III, se cultivaba en China, y estaba reservado solo para la clase dirigente; recién se popularizó a fines del siglo VIII. También en esta época, el se te conoció en Japón, a través de los monjes budistas; estaba destinado únicamente a la clase aristocrática, y la ceremonia de su preparación, chanoyu, se convirtió en una manifestación estética de esta cultura que siempre busca la belleza en los actos de la vida cotidiana. En el siglo XVII ya se había generalizado su uso tanto en Japón como en Rusia, El té llego a Europa a través de Venecia a mediados de 1500, pero se conoció en el resto del continente alguno años mas tarde. Los comerciantes holandeses de la Compañía de las Indias Orientales lo introdujeron en Holanda y en Gran Bretaña donde se difundió con gran éxito a pesar de que fue gravado con muy altos impuestos. Con el tiempo, el imperio británico ha legado el habito de tomar té bajo el lema Five o’clock tea (el té de las 17:00), la bebida que acompaña la merienda en familia o con amigos.

La elaboración del té

            Existen diferentes calidades de té, originarias de distintos lugares. La India es el principal productor; le sigue Sri Lanka, China, Japón, Rusia, Indonesia y Pakistán. Pero, la calidad del té no depende de su procedencia, sino del tratamiento que se le haya dado a sus hojas, Por ejemplo, la recolección debe hacerse con sumo cuidado porque de ello dependerá la calidad del té. Las hojas presentan en su cara interior un vello sedoso y esa apariencia de terciopelo es la que les da mayor valor. Para obtener el mejor té, se toma la yema terminal y solamente las dos hojas que la envuelven, Si se recogen más hojas, el té será inferior. Una vez hecha la recolección, las hojas sufren una serie de procedimientos antes de llegar al mercado. De acuerdo con estas técnicas, hay dos clases: el té negro y el té verde.
           
            El té negro: Se consume generalmente en Europa y América. El proceso de elaboración empieza con el desecado de las hojas para que se evapore el agua que contienen; una vez desecadas, se envuelven sobre sí mismas y se las agita con un movimiento de rotación para que se rompan y suelten los aceites; luego se las deja fermentar en un recipiente cerrado donde toman color y perfume. El paso siguiente es la torrefacción. Se interrumpe la fermentación y se las somete al aire caliente de un horno donde pierden el resto de agua. Una vez que están secas, son cribadas y clasificadas según el tamaño, en finas, medianas y gruesas. De este proceso pueden obtenerse distintas variedades de té: fuerte, dulce y perfumado con flores, de hojas enteras o de hojas partidas.
           
            El té verde: Es el té que no ha sido fermentado. Las hojas solamente se secan. Se consume en oriente y también en todos los pueblos de religión musulmana, pues el Corán prohíbe las bebidas fermentadas.

Ceremonia del té

            La ceremonia del té (chanoyu), también conocida como el “camino del té”, es la preparación y el ofrecimiento ritualizado de té verde en polvo en presencia de invitados. Una ceremonia del té formal y completa incluye una comida y dos clases de té, y dura aproximadamente cuatro horas, durante las cuales, el anfitrión dedica todo su ser a crear un ambiente en el que sus invitados disfruten estética, intelectual y físicamente, rodeados al mismo tiempo de una gran serenidad.
           
            La ceremonial del té sirve también para dar una lección de humildad a los participantes al concentrar la atención en la profunda belleza de los aspectos más sencillos de la naturaleza –como la luz, el sonido del agua y el brillo del carbón vegetal ardiendo- y con la fuerza creadora del universo que se manifiesta a través del esfuerzo humano como, por ejemplo, en la creación de objeto hermosos. La conversación en la habitación del té gira en torno a estos temas.

            El objetivo de la ceremonia del té es el del budismo zen –vivir el momento-, y todo el ritual se prepara para que los sentidos se concentren en ello, para que uno participe plenamente en la ceremonia y no se distraiga pensando en cosas mundanas.

            Actualmente es muy raro que una persona en Japón tenga el lujo de poseer una casa de té, o la motivación para entretener en ella a sus invitados, pero hay millones de personas pertenecientes a cien o más escuelas de pensamiento diferente relacionadas con la ceremonia del té por todo Japón. Una vez por semana, durante todo el año, acuden a sus maestros durante dos horas, compartiendo sus clases con tres o cuatro personas más. Cada uno se turna preparando el té y haciendo de invitado. Luego regresan a sus casas y vuelven a la semana siguiente para hacer lo mismo, mucho lo hacen durante toda su vida.
           
            Durante ese proceso, el estudiante aprende no solo a hacer té, sino también a hacer el fuego perfecto con carbón vegetal; a cuidar de los utensilios y a preparar el té en polvo; a apreciar el arte, la poesía, la cerámica, los objetos laqueados, la artesanía de la madera, y los jardines; y a reconocer todas las flores salvajes y la estación en que florecen. Aprender a comportarse en una habitación de tatami (estera de paja) y a pensar siempre primero en los demás.

            Cada semana hay ligeras variaciones en la rutina, dedicadas por los utensilios y la estación del año, para evitar que los estudiantes no se duerman en sus laureles al practicar. Al estudiante se le recuerda que el “camino del té” no es un curso de estudio que debe terminarse, sino la propia vida. Existen muchas oportunidades de acudir a reuniones de té, pero no importa que el estudiante no vaya nunca a una ceremonia formal de cuatro horas llamada chaji –la culminación de todo lo aprendido- porque lo que importa es el proceso de aprender: la minúscula acumulación de conocimiento, la puesta a punto gradual de las sensibilidades y las pequeñas pero satisfactorias mejoras en la capacidad de hacer frente con elegancia a los pequeños dramas de la vida diaria. La fuerza del ritual del té yace en el despliegue de la autocomprensión.

Historia de la ceremonial del té

            Después de ser importado de China, el té verde empezó a beberse en monasterios y mansiones de la aristocracia y de la elite guerrera dominante en el siglo XII aproximadamente. El té se bebió primero como una forma de medicina, y en monasterios para mantenerse uno despierto durante la meditación. Las primeras ceremonias de té fueron ocasiones para hacer ostentación de utensilios preciosos en grandes salones o para celebrar fiestas ruidosas en las que los participantes adivinaban los orígenes de los distintos tés. Finalmente, a través de la influencia de los maestros del budismo zen de los siglo XIV y XV, los procedimientos para servir el té delante de invitados pasaron a ser la forma de mejora espiritual con la que millones de estudiantes practican ahora el “camino del té” en las diferentes escuelas existentes en la actualidad.
           
Un maestro zen del siglo XV –Murata Juko (1422-1502)- rompió todos los convencionalismos al celebrar un ritual del té para la aristocracia en una humilde habitación de cuatro esteras y media. El maestro de la ceremonia del té que perfeccionó el ritual fue Sen no Rikyu (1522-1591). Rikyu era hijo de un rico comerciante de Sakai, cerca de Osaka, el puerto comercial más próspero de Japón en el siglo XVI. Gracias a su origen pudo acudir a las ceremonias del té de los ricos, pero lo que mas le interesó fue la forma en que los monjes consideraban al ritual del té como personificación de los principios del zen para apreciar lo sagrado en la vida cotidiana. Siguiendo el ejemplo de Juko, Rikyu eliminó de la habitación del té y del estilo de preparación todo lo que no era esencial, y desarrollo un ritual de té en el que ningún movimiento era inútil y ningún objeto resultaba superfluo.

            En lugar de usar recipientes importados caros en un salón de recepciones lujoso, hizo té en una cabaña con techo de paja usando solamente una simple tetera de hierro, un sencillo recipiente laqueado donde tenia el té, una cucharita y un batidor para batir té hecho de bambú y una sencilla escudilla de arroz para beber el té.

            La única decoración en una habitación de té del estilo Rikyu es un pergamino colgante o un florero colocado en la hornacina. Debido a la falta de decoraciones, los participantes apreciaban mejor los detalles y se daban cuenta de la simple belleza que los rodeaba y de ellos mismos.

            La esencia de la Jeremiah el té de Rikyu fue el concepto de wabi. Wabi significa literalmente “desolación”. La filosofía zen toma el lado positivo de esto y dice que la mayor riqueza se encuentra en la desolación y en la pobreza, porque miramos nuestro propio interior y encontramos allí la verdadera espiritual, cuando no encontramos nada que nos ata a las cosas materiales. Su estilo de hacer el té se llama por lo tanto wabi-cha.

            Después de la muerte Rikyu, su nieto, y posteriormente sus tres biznietos, continuaron con el estilo Rikyu. Mientras tanto, otras variaciones de wabi-cha fueron apareciendo bajo la influencia de ciertos caudillos guerreros, cuya elevada posición social les exigía emplear utensilios más elaborados que los del sencillo wabi-cha. Aparecieron nuevas escuelas, pero bien se puede decir que el espíritu de wabi-cha constituye el centro de todos ello. Cuando la clase guerrera fue abolida en la era moderna de Japón, las mujeres pasaron a ser las que más practicaban la ceremonia del té. Esta ceremonia fue algo que todas las jóvenes necesitaban estudiar para adquirir unos modales elegantes y para aprender a apreciar la estética. Al mismo tiempo, los lideres políticos y de negocios y los coleccionistas de objetos de arte usaron la ceremonial del té como vehículo para coleccionar y disfrutar de objetos de arte.

            Las escuelas de la ceremonia del té más grandes de la actualidad son Urasenke y Omotesenke, que fueron fundadas por los dos biznietos de Rikyu. Bajo su influencia y la de otras escuelas importantes, el “camino del té” esta siendo enseñado en todo el mundo, mientras que en Japón, los hombres y mujeres están volviendo a evaluar el “camino del té” como un medio valioso para obtener el dominio de la vida.

La ceremonia del Chanoyu 

            Existen diversas formas de realizar la ceremonia de acuerdo con cada escuela, y los métodos varían también según las ocasiones y la época del año. Sin embargo, existe una similitud básica en los elementos esenciales:

Materiales y equipos:

a)    La sukiya o casa de té: Es costumbre llevar a cabo la ceremonia en una casa especialmente dedicada a ello, que recibe el nombre de sukiya. Consiste en una sala de ceremonias, la cha-shitsu; una sala para los preparativos, mizu-ya; una sala de espera, yoritsuki, y un camino de acceso, roji, flanqueado por un jardín que termina en la puerta de la casa de té. El edificio suele estar situado en una zona arbolada.
b)    Utensilios: Los principales utensilios son el cha-wan, o tetera, el chai-re, recipiente para el té; el cha-sen, agitador especial de bambú, y la cha-shaku, un carbón de servir, de bambú. Estos elementos suelen ser valiosos objetos de arte.
c)    Ropa y ornamentos: Para la ropa se prefieren los colores poco llamativos. Cuando se trata de ceremonias formales, los hombres llevan kimonos de seda de colores liso, con los blasones de la familia y los tradicionales tabi (calcetines) blancos. Las mujeres llevan también kimonos blasonados de corte tradicional y tabi blancos. Cada uno de los invitados debe traer un pequeño abanico plegable y unas cuantas kaishi, que son pequeñas servilletas de papel.

               La ceremonia normalmente, consiste en las siguientes fases: a) una comida ligera, llamada kaiseki; b) el naka-dachi, o pausa intermedia; c) el goza-iri, que es la fase principal en la que se sirve un tipo de té espeso y d) el usucha, fase final donde se sirve té claro.

a)    Kaiseki: Los invitados, en número de cinco, se reúnen en la sala de espera. El maestro de ceremonias aparece y los conduce por el camino del jardín hasta la sala de ceremonias. A un lado del camino hay un recipiente de piedra con agua fresca en el que los invitados se lavan las manos y se enjuagan la boca. La entrada a la sala de ceremonias en muy baja, de modo que los invitados deben entrar agachados, como gesto de humildad. En la sala hay un horno de albañilería o un brasero portátil para calentar el agua. Cada invitado se arrodilla ante la capilla o tokonoma y hace una respetuosa reverencia. A continuación, con un abanico plegable colocado ante si, admira la estampa o pintura colgada en la pared de la capilla. Luego hace la misma operación ante el hornillo o brasero. Una vez que todos los invitados han terminado de admirar estos elementos se sientan; el invitado principal se coloca mas cerca del maestro de ceremonias que los demás participantes. Cuando han intercambiado las cortesías de rigor entre los invitados y el maestro de ceremonias se sirve la kaiseki, comida ligera que termina con unos dulces a manera de postre.
b)    Naka-dachi: Cuando el maestro de ceremonias lo indica, los invitados se retiran a un banco colocado en el jardín interior que rodea la casa de té.
c)    Goza-iri: El anfitrión hace sonar un gong de metal, situación cerca de la sala de ceremonias, para indicar el principio de la fase principal del rito. La costumbre establece que el gong se haga sonar cinco o siete veces. Después de repetir las abluciones purificadoras en el recipiente de agua fresca los invitados vuelven a entrar en la sala. Un ayudante retira las persianas de junco que cubren la ventana por fuera, con el fin de dar más luz al interior. La estampa o pintura ha desaparecido y, en su lugar, se ve en la tokonoma un recipiente con flores artísticamente arregladas. Los recipientes de cerámica para el agua y el té están ya colocados en sus sitios. A continuación, entra el maestro de ceremonias, que lleva en sus manos la tetera con el agitador de bambú dentro y el cucharón de bambú encima. Los invitados admiran el adorno floral y la tetera del mismo modo que hicieron anteriormente con la estampa y el brasero, al principio de la primera fase. El maestro se retira de la sala de los preparativos y no tarda en volver con el recipiente para el agua sobrante, la cuchara y el soporte para la tetera o la cuchara. A continuación, limpia el recipiente del té y el cucharón con un paño especial que recibe el nombra de fikusa, y enjuaga el agitador en el cuenco del té, en el que previamente verterá agua caliente del recipiente colocado al fuego. Luego retira el agua en un recipiente destinado para ello y limpia el cuenco con el chakin o paño limpio.

El maestro de ceremonias levanta el cucharón y el recipiente de té y coloca tres cucharadas de matcha (té) por invitado en el cuenco; seguidamente, llena el cucharón de agua caliente en el recipiente colocado sobre el fuego, vierte un tercio del agua en el cuenco y devuelve el resto al recipiente. Luego agita la mezcla con el agitador de bambú hasta que adquiere un aspecto y consistencia similar a una sopa de guisante espesa. Esta mezcla recibe el nombre de koicha. El matcha que se utiliza para esta fase de la ceremonia se hace de las hojas jóvenes de plantas que tengan más de veinte años de edad, y hasta un máximo de setenta años. El maestro de ceremonias coloca el cuenco en su lugar correcto, cerca del brasero o del hornillo, y el invitado principal se deslaza sobre sus rodillas para tomar el cuenco. Este invitado hace una inclinación a los demás y coloca el cuenco en la palma de su mano izquierda, al tiempo que lo sujeta por un de los lados con la mano derecha. Toma un sorbo, alaba su sabor y toma otros sorbos más. Luego limpia la parte del borde que ha tocado con los labios con una servilleta de papel, y pasa el cuenco al invitado siguiente para que repita las mismas operaciones. De esta forma, el cuenco pasa sucesivamente a los demás invitados hasta que todos han bebido su parte de té. Una vez que ha terminado el último invitado, este devuelve el cuenco al invitado principal para que lo entregue al maestro de ceremonias.

d)    Usucha: Se diferencia del koicha solo en que el matcha que se sirve está hecho de las hojas jóvenes de plantas que tienen entre tres y quince años. La mezcla verde que se consigue así tiene consistencia espumosa. Las normas que se observan en esta parte de la ceremonia son similares a las que rigen el koichi, con las siguientes diferencias: el té se prepara individualmente para cada invitado con dos (o dos y media) cucharadas de marcha. Cada invitado debe beber su cuenco entero; además, cada invitado debe limpiar la parte del borde del cuenco que ha tocado con los labios con los dedos de su mano derecha y luego limpiarse los dedos con una kaichi.
Una vez que el maestro de ceremonias ha sacado los utensilios de la sala, hace una reverencia en silencio ante los invitados con lo cual indica que el rito ha terminado. Los invitados abandonan la sukiya, seguidos por la mirada del maestro de ceremonias.








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