LA CONQUISTA
- Factores que permiten la conquista
Veinticinco
años después de su llegada al Caribe, los españoles estaban en condiciones de
conquistar el continente. Estos años fueron importantes para recabar
información y reunir recursos para acometer empresas de esa envergadura. Estas
islas fueron el lugar de aclimatación y vivero donde se formaron los
conquistadores.
Era en
América nuclear en los altiplanos mesoamericanos y andino, donde se situaban
las formaciones políticas prehispánicas más complejas y mejor organizadas.
Entre
los años 1519 y 1540 los imperios que constituían los modelos más acabados de
organización eran el azteca y el inca; y más de dos millones de kilómetros
cuadrados habían pasado a depender del rey de España.
Ambas
empresas de conquista, dirigidas por Hernán Cortés y por Francisco Pizarro,
tuvieron en común diversos factores que sirven para explicar la rápida
conquista de esos territorios; la superioridad bélica con el apoyo de ciertos
grupos étnicos descontentos con el poder central, azteca o inca.
En el
caso azteca, las dificultades que afronto Hernán Cortes fueron especialmente
graves, diversos episodios dramáticos tuvieron que pasar los españoles antes de
vencer a Moctezuma II definitivamente.
En el
caso de los Andes muchos historiadores se han preguntado cómo puede explicarse
la rápida captura del Inca, considerando la superioridad numérica al igual que
los aztecas que el guerrear no les era extraño, sino que se trataba de una
actividad frecuente. Lo cierto es que 168 españoles pudieron someter en un
tiempo muy corto los dominios Incas. No solo por las razones de la captura de
Atahualpa, sino también por la rápida sumisión de Tahantinsuyu en su conjunto a
los designios de los españoles.
Un
elemento importante que debe tomarse en cuenta son las contradicciones
políticas que existiesen en el seno de Tahantinsuyu, entre la etnia inca y los
grupos étnicos regionales. El desagrado de los más importantes señores
regionales frente al dominio inca fue el motor vital del triunfo de los
españoles. Por otro lado, se ha hablado también de la división que existía entre
las panacas o familiares reales del Cuzco que conformaron dos bandos, apoyando
uno de ellos a Huáscar y el otro a Atahualpa. La guerra entre ambos fue una
circunstancia muy favorable para los planes de conquista de Pizarro. Otro
factor que ayudo a la caída del Tahuantinsuyu fue el temor que los indígenas
sintieron ante la presencia del caballo, la buena red de caminos, puentes y
tambos, que facilito la ocupación del territorio por los españoles, así como el
poder destructivo de las armas que son aplicables al caso mexicanos. La primera
descripción que hicieron a Moctezuma II sus embajadores refleja la impresión
del despliegue del armamento y los sentimientos que les produjeron a estos
embajadores.
Las
ventajas técnicas de los españoles en lo relativo al armamento fueron
decisivas, no solamente por su eficacia, sino también por sus efectos
colaterales como el ruido generado, o el humo los cuales durante la conquista
causaron gran impresión en los indígenas. Rápidamente estos se acostumbraron a
las armas de fuego y paso a ser importante el hecho de disponer del caballo el
cual permita combatir a mayor altura que el enemigo. Junto con ello, los
españoles empleaban mejores técnicas bélicas, dándose una circunstancia
adicional que para los indígenas el combate tenía una visión ritual. Así eran
diferentes los propósitos de los combatientes, los españoles con el propósito
de matarlos y los aztecas con el objetivo de apresarlos para ofrecerlos en
sacrificio.
Tanto
Cortés como Pizarro supieron aprovechar las ventajas así como Cortés en recibir
ayuda de los tlaxcaltecas a diferencia de Pizarro.
Debemos
ponderar también la concurrencia de factores de carácter psicológico que
causaron los conquistadores en los indígenas, Así ocurrió entre los aztecas que
llegaron a identificar a Cortés con el dios Quetzalcóatl, o en los antes donde
Viracocha era esperado, los factores religiosos debieron desempeñar un papel
relevante que desmoralizo y confundió a los indígenas.
Etapas y límites de la Conquista
Puede
establecerse dos grandes etapas en el desarrollo de la conquista de los
españoles: la primera es la Antillas, cronológicamente entre el primer viaje de
Colón y los preparativos para la conquista de México; la segunda es la continental
con la conquista de los imperios inca y azteca.
La
conquista de México significo el inicio de una nueva etapa en la presencia
española en América. Los sucesos que prepararon hacia 1516 sería la conquista
del imperio azteca, año en el que un puñado de españoles que no había obtenido
éxito económicamente no social buscó la aprobación del gobernador de Cuba
(Diego Velázquez de Cuéllas) para explorar por aguas caribeñas hacia el oeste.
Al año siguiente llegaron a costas de Yucatán donde apreciaron la organización
política, social y con manifestaciones de riqueza.
Las
noticias llegadas a Cuba animaron al gobernador a organizar empresas con
dirección a esas Costas. La expedición de Juan de Grijalva alcanzó otras costas
donde se pudo apreciar el poderío azteca. Estas noticias convencieron al
gobernador Velázquez de organizar una expedición de mayor envergadura con
propósitos de conquista. Sin embargo, Velázquez temía quien fuera designado
como jefe tuviera intención de erigirse como la autoridad máxima en el nuevo
asentamiento, no esperando autorización real para dicha expedición, escogió
para comandarla a Hernán Cortés, quien luego se desligo de la autoridad del
gobernador.
Hernán
Cortés era un hidalgo extremeño que sabía de leyes y de milicia, político, excelente
diplomático y con don de gente considerable había reunido la experiencia de Núñez
de Balboa para realizar la empresa con óptimas condiciones. Asumió el riesgo de
ser un subordinado, apostando al éxito de la empresa. Así llego a México sin
autorización.
La
conquista de México es un acontecimiento histórico a la cabeza de una
expedición de más de medio millar de hombres distribuidos en once navíos. En
las costas de Yucatán tuvieron los españoles el primer encuentro bélico contra
los indígenas donde fueron exitosos. Allí fue donde conoció a Malinche o
Marina, quien fue su amante y le dio un hijo. La importancia de esta radica en
que se constituyó en una fundamental intérprete entre los españoles y los
aztecas.
En abril
de 1519 había llegado al lugar conocido posteriormente como San Juan de Ulúa,
donde permanecieron algunos meses. Cortés, preocupado por cómo estaba su
legitimidad de autoridad hizo de una gran habilidad para alcanzarla. Tras la
fundación de la ciudad de Veracruz, Cortés renunció a su autoridad ante los
vecinos de la recién fundada localidad, los cuales acordaron devolvérsela. Con
esta hábil actuación Cortés pretendió revestir de legalidad su poder. En los
meses de permanencia, Cortés y los suyos pudieron comprobar dos hechos
importantes: la riqueza del imperio azteca, que se revelaba a través de los
obsequios recibidos y la inexistencia de una férrea unidad del mismo.
En la
segunda mitad del año 1519, Cortés se adelantó en el territorio mexicano. En el
trayecto a la capital azteca Tenochtitlan, el suceso más destacable fue la
alianza celebrada con los indígenas tlaxcaltecas. Estos disconformes con el
dominio azteca vieron la alternativa de liberarse de él, a través de la unión
con los españoles. Los aztecas pudieron comprobar con el tiempo y a través de
los enviados tanto de Moctezuma y Cortés que la naturaleza de los invasores no
era precisamente divina, en el momento de recibir el oro que le ofrecían.
Fue el 8
de noviembre cuando los españoles llegaron a Tenochtitlan. Moctezuma recibió a
Cortés de modo cordial y lo alojó en un palacio cercano al templo azteca. Consciente
de que Moctezuma estaba confundido por la presencia de los conquistadores y que
dudaba en la naturaleza de los conquistadores, Cortés se arriesgó a capturarlo,
intuyendo que esa captura podía causar notable desconcierto y, la inacción de
la gente. Al menos por los meses siguientes no hubo manifestaciones indígenas.
Transcurridos
el primer trimestre de 1520, coincidiendo con la salida de Cortés a la Costa, a
raíz de las noticias de la llegada de fuerzas españolas, Cortés logro que los
recién llegados lo tomaran como líder. En su ausencia Pedo de Alvarado, había
ordenado la matanza de un grupo selecto de notables aztecas aprovechando la
fiesta anual en honor de Huitzilopochtli en el templo mayor. La reacción
valiente de los aztecas consiguió cercar a los españoles en los aposentos realices,
fue esta la situación que encontró Cortés al regresar.
El
intento de Cortés de abandonar la ciudad fue conocido como “la noche triste”,
donde muchos españoles y tlaxcaltecas perdieron la vida. Cortés pudo escapar y
con nuevas alianzas con nativos y refuerzos llegados de Cuba pudo realizar el
asalto definitivo a la ciudad de Tenochtitlan. En mayo de 1512 se rindió
definitivamente la ciudad de Tenochtitlan con su líder a la cabeza Cuauhtémoc. Moctezuma
había muerto meses atrás.
La
llegada de los conquistadores al territorio de Tahuantinsuyu estaba vinculada
al istmo de Panamá. En los primeros años del siglo XVI se inició la ocupación
de estas tierras por los españoles lo cual creo las gobernaciones de Castilla
del Oro y Nueva Andalucía. La ciudad más importante de allí fue Santa María de
la Antigua del Darién, donde Vasco Núñez de Balboa reorganizó el dominio sobre
los indígenas con una actividad humanitaria poco frecuente. En 1513 atravesaron
el istmo y encontró el Océano Pacífico.
Retrato de los conquistadores
Las
diferencias entre el Medioevo y la Modernidad no solo se dieron en el ámbito
político, porque los conquistadores de América fueron hombres que vivieron
entre la Edad Media y la Moderna. No solo por una cuestión cronológica sino porque
en su mentalidad, los conquistadores fueron hombres medievales y modernos.
De raíz
medieval era el providencialismo, que llevo a los conquistadores a considerarse
como portadores de la verdadera fe, que por su intermedio debía propagarse a
quien la desconocía. Esto se vincula al espíritu caballeresco que los impulsa a
servir a Dios y al rey. Del naciente espíritu moderno era el individualismo,
con el cual los conquistadores realizaban hazañas con el fin de ser
recomendados posteriormente. Junto con ello el afán de obtener riquezas, muy
relacionado con el espíritu de la modernidad. Bernal Díaz del Castillo, solado
a las órdenes de Cortés y celebrado cronista, fue quien expresó ese doble
objetivo que los animaba; la obtención de riquezas y la propagación de la fe
cristiana.
En
cuando al modo de actuación de la generalidad de los conquistadores, podemos
situarnos en la mentalidad moderna, por tal entendemos el pragmatismo que
llevaba a legitimar cualquier medio que condujera a obtener un fin determinado;
no olvidemos la figura modélica de Fernando el Católico, considerado por Maquiavelo
como ejemplo de gobernante moderno.
Para
entender el interés de los
conquistadores por impulsar la
evangelización de los indígenas, debemos considerar el contexto de la Península
Ibérica en la que esos hombres nacieron. Nos referimos a lo que significo la
Reconquista. La segunda mitad del siglo XV fue la época en la que nacieron
muchos de los conquistadores de América, fue una etapa decisiva en la lucha de
la monarquía castellana por terminar con el dominio político musulmán en su
territorio. La Reconquista no fue un solo un conflicto político, sino una
guerra de religión :<<una cruzada>>. Así los conquistadores de América
se formaron con ese espíritu de cruzada, de lucha contra los “infieles”. Esto
debe tenerse en cuenta para entender el afán de propagación del cristianismo
que mostraron en América.
Los
conquistadores eran conscientes de que la evangelización era la base de la
justificación de la conquista, era el gran argumento que podía legitimar el
dominio político que se buscaba establecer en América. La iglesia proveía la
sanción moral elevando una expedición de conquista a la categoría de cruzada.
No olvidemos que todavía tenía cierta vigencia la teoría política del Papa como
“Dominus Orbis” (Señor del Mundo). En la Edad Media se consideraba que el
Romano Pontífice, como representante de Cristo ejercía ese señorío. Esto
explica la promulgación de las célebres bulas por parte del papa Alejandro VI,
haciendo donaciones a los Reyes Católicos de los territorios “descubiertos y
por descubrir” en el Nuevo Mundo.
Los
conquistadores nunca estaban solos a pesar de ser individualistas y hombres de
equipo. Permanecían en un grupo comandado por un jefe cuya capacidad se ponía a
prueba por su aptitud para garantizar la supervivencia del grupo y para
conducirlos al éxito. Bernal Díaz del Castillo ofrece una crónica mejor
caracterizada de los conquistadores como grupo.
La
figura del conquistador resulta polémica, para ciertos historiadores los
conquistadores son modelos humanos, y para otros son seres despreciables. El
reparto del botín llevaba a diferentes disputas. Había desigualdad que se
basaba en la posición social y en las supuestas diferencias en el valor de los
servicios: los hombres luchaban a caballo recibían el doble que los que lo
hacían a pie. Algunos lograban verdadera fortuna en el reparto, pero las
perdían en el juego. Mientras algunos conquistadores regresaban a casa con sus ganancias,
otros esperaban incrementar su fortuna antes de regresar. Es difícil enjuiciar
a los conquistadores, porque no existió un prototipo. Si bien compartieron las
características comunes, hubo también diferencia entre ellos por su talante,
educación y posición social. Su actuación debe analizarse en el contexto
histórico en el que esos hombres vivieron.
La Encomienda
La
institución de la encomienda fue apreciada por los conquistadores, como por
muchos que llegaron después a América. Para entender esta institución debemos
recordar una característica de la mentalidad medieval de los conquistadores en
asociar servicio al monarca con mercedes otorgadas por este en pago a los
servicios recibidos. El señorial de vida, propio del mundo medieval, consistía
en tener vasallos como manifestación de autoridad y de prestigio.
Los
conquistadores y primeros pobladores de América ambicionaban en convertirse en
señores de vasallos, pudiéndose concretar a través de la institución de la
encomienda. Esta consistía en “encomendar” un determinado grupo de indígenas a
un español, lo cual generaba al encomendero una serie de deberes y derechos. El
derecho fundamenta consistía en la cobranza de tributo indígena. Todo indígena varón
entre 18 y 50 años era tributario. Las obligaciones del encomendero era, velar
que los indígenas encomendados fuesen adoctrinados en la fe cristiana, residir
en una ciudad de españoles que fuera cabecera de os términos en los que vivían
sus indígenas encomendados; acudir a la defensa de la tierra en caso de que
fueren llamados por las autoridades. El encomendero debía pagar los gastos del
cura doctrinero. La obligación del encomendero de residir en una ciudad se estableció
en los primeros años de la colonización a raíz de los abusos físicos de los
encomenderos con sus indígenas.
La
encomienda fue una cesión de tributos en donde el monarca quien debía cobrar el
tributo de los indígenas, cedía ese derecho al encomendero en razón de que
estos merecían tal recompensa por los servicios otorgados a la monarquía en la
conquista. En los primeros tiempos de la colonización no hubo ningún control
sobre las exigencias de los encomenderos a los indígenas, cometiéndose todo
tipo de abusos con el objeto de conseguir el máximo beneficio de los ellos,
exigiéndoles trabajo, la entrega de productos y eventualmente dinero.
Posteriormente la Corona empezó a tomar mayor control sobre el territorio
americano, estableciéndose las primeras tasaciones. Las tasaciones era una
valoración de lo que el indígena podía entregar como tributo, ya sea en
trabajo, especies o dinero. Con el establecimiento de las tasaciones se trató
de limitar los abusos.
La
encomienda fue la institución vertebradora de la colonización que hizo posible
el asentamiento permanente de los españoles en América, dado que la mayor
riqueza era precisamente su población indígena que a través de su trabajo podía
obtenerse los diferentes recursos que los españoles buscaban.
La
encomienda fue el medio por el cual los españoles pudieron obtener riquezas a
partir del trabajo de los indígenas, sin embargo, en pocas décadas la
encomienda dejo de tener la importancia fundamental que en los primeros años.
Estos se debió a que la Corona nunca concedió merced de la encomienda por
perpetuidad, sino por un plazo determinado de dos vidas: la del beneficiario y
la de su inmediato sucesor.
Con el
tiempo muchas circunstancias hicieron decaer la importancia de la encomienda,
sobre todo en la América nuclear. El fuerte descenso poblacional indígena que
se produjo a lo largo del siglo XVI y el surgimiento de una creciente diversificación
economía. Las nuevas actividades como la ganadería, la minería, la agricultura,
etc.; generaban cada vez mayores beneficios y exigían una mano calificada. Esto
contribuyó a que la encomienda fuera decayendo en la América nuclear, pero en
las zonas periféricas la institución de la encomienda siguió siendo importante
hasta principio de los tiempos coloniales.
La Corona y los “justos títulos”
Un punto
importante fue el de las polémicas que se desarrollaron en España y en
territorios americanos en torno a la justicia y la legalidad de la conquista.
Se discutieron los justos títulos de España para colonizar América y servirse
de la mano de los indígenas. El sermón del fraile dominico Antonio de
Montesinos en la Española en 1511, tuvo por objeto central el cuestionamiento
de la licitud del domino español en las Antillas, así como, la censura frente a
la explotación de los conquistadores de la población nativa.
El
problema que se planteaba era el de la justificación de la conquista, quienes
la habían justificado a partir de las teorías medievales que afirmaban que el
Para era el Dominus Orbis y las concesiones papales realizadas a los Reyes Católicos.
Sin embargo, esa justificación empezó a ser cuestionada.
Bartolomé
de Las Casas se erigió en el principal abanderado de los argumentos que
buscaban un mejor trato del indígenas, al punto de atribuirle el triunfo de sus
argumentos con la promulgación de las Leyes Nuevas de 1542; las cuales incluían
disposiciones en favor de un mejor trato al indígena y establecía un mayor
control en cuanto al comportamiento de los españoles. La disposición más dura
de ese cuerpo de leyes fue la drástica limitación en la posesión de las
encomiendas la cual suscitó protestas en los diversos lugares de América. A
pesar de que poco después de su promulgación buena parte de las Leyes Nuevas
fueron suspendidas, su sola publicación es reveladora de la preocupación que
por la justicia en la conquista había en las más altas esferas de la corte
castellana.
La
polémica sobre la justicia de la conquista tuvo dos grandes protagonistas: el
de Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda. Las Casas afirmaban que no
era justo hacer la guerra a los naturales, y que la evangelización debía
realizarse de modo pacífico. Sepúlveda aludía a la gravedad de los pecados de
los indígenas y a la rudeza de su naturaleza como razones que hacían legal y
necesaria la guerra contra los naturales. Su punto culminante en el debate que
protagonizaron ambos en Valladolid entre 1550 y 1551, es conocido que Las Casas
no tuvo éxito en sus intentos de poner en práctica una conquista pacífica.
Francisco
de Vitoria es un hito en esa línea de defensa de la igualdad de todos los
hombres, convirtiéndose en el primer español que afirmo que la donación papal
de los territorios americanos carecía de calor político. En su condición de
firme seguidor del iusnaturismo católico, Vitoria definió una serie de títulos
justos a partir de los cuales la Corona castellana podría declararse como legítima
poseedora del continente americano, estos títulos buscaban fundamentarse en la
razón natural. Vitoria procuro dejar de lado los argumentos teológicos con sus
siete “justos títulos”.
Vitoria
busco establecer criterios razonables que pudieran ser aceptados por todos los
hombres como títulos validos de conquista, muchos historiadores lo consideran
el fundador del Derecho internacional público.
La visión de los vencidos
Así como
el impacto que los europeos experimentaron en el contacto con la realidad americana
terrible fue el trauma que los nativos sufrieron tras la llegada de los
españoles. Se dispone de testimonios directos de algunos nativos, estos fueron
plasmados en imágenes por los propios testigos de los hechos y relatados a
personas que los pusieron por escrito como Fray Bernardino de Sahagún,
consignados por escritos por los propios testigos una vez que aprendieron el
alfabeto latino.
El temor
ante las primeras noticas de la llegada de los españoles se había extendido
entre los aztecas y causaba honda preocupación a sus dirigentes. A medida que
los españoles avanzaban, llegaban noticias de destrucción y derrota de los
pueblos por los que pasaban, En ese momento se impone la sensación de abandono
por parte de los dioses en lo que se había creído y a los que se han
sacrificado tantas víctimas.
Los sufrimientos ocasionados por la
guerra y los relatos de la derrota conmueven por la espontaneidad del
sentimiento y la profundidad del dolor que revelan, en los poemas, en los
cantos tristes, donde se ponen mejor de manifiesto la desesperación de quienes
son testigos de la destrucción de los fundamentos de la cultura.
En el
ámbito andino, la obra de Felipe Guamán Poma de Ayala, dirigida a Felipe III,
es el mejor testimonio de la visión de los incas vencidos. Algunos de los
cuatrocientos dibujos que contiene la obra y sobre todo el texto que lo
acompaña, contiene una denuncia de los abusos cometidos por los conquistadores
con una visión pesimista de la colonización. Esta obra es un alegato contra los
motivos de la conquista y la colonización. Los peruanos no habían dado ningún
motivo para que los españoles les hicieran una guerra justa, puesto que los
antiguos andinos eran de la descendencia de Noé y adoraban al Dios
judeocristiano. Las primeras conversiones al cristianismo se habían producido
con la predicación de San Bartolomé y, finalmente, los andinos no habían sido
vencidos en una guerra justa sino que habían aceptado voluntariamente la
soberanía de Carlos I.
Los
indígenas tuvieron y ejercieron varias opciones: integrarse en el sistema de
vida de los vencedores, quedarse al margen de ese modelo y finalmente resistir.
Se produjo en los indígenas una doble actitud, asimilando los valores europeos
pero también conservando los propios.
Son
numerosos los casos de grupos étnicos que se opusieron tenaz y prolongadamente
resistencia a la colonización, es el caso de los indígenas chilenos. Pero no
solamente en las zonas periféricas se dio este caso sino también en la América
nuclear.
Los que
tuvieron más éxito en su resistencia fueron los araucanos en el sur del Perú y
los chichimecas en el norte de México, estos eran pueblos con culturas menos
sofisticadas que las de los aztecas o incas, pero una vez que adaptaron sus
técnicas de guerra a la de los españoles se convirtieron en un problema que
obligo a estos a tener en pie de guerra un ejército permanente.