jueves, 28 de febrero de 2013

Historia de la Cultura - Ingreso - Conquista de América


 LA CONQUISTA
- Factores que permiten la conquista
            Veinticinco años después de su llegada al Caribe, los españoles estaban en condiciones de conquistar el continente. Estos años fueron importantes para recabar información y reunir recursos para acometer empresas de esa envergadura. Estas islas fueron el lugar de aclimatación y vivero donde se formaron los conquistadores.
            Era en América nuclear en los altiplanos mesoamericanos y andino, donde se situaban las formaciones políticas prehispánicas más complejas y mejor organizadas.
            Entre los años 1519 y 1540 los imperios que constituían los modelos más acabados de organización eran el azteca y el inca; y más de dos millones de kilómetros cuadrados habían pasado a depender del rey de España.
            Ambas empresas de conquista, dirigidas por Hernán Cortés y por Francisco Pizarro, tuvieron en común diversos factores que sirven para explicar la rápida conquista de esos territorios; la superioridad bélica con el apoyo de ciertos grupos étnicos descontentos con el poder central, azteca o inca.
            En el caso azteca, las dificultades que afronto Hernán Cortes fueron especialmente graves, diversos episodios dramáticos tuvieron que pasar los españoles antes de vencer a Moctezuma II definitivamente.
            En el caso de los Andes muchos historiadores se han preguntado cómo puede explicarse la rápida captura del Inca, considerando la superioridad numérica al igual que los aztecas que el guerrear no les era extraño, sino que se trataba de una actividad frecuente. Lo cierto es que 168 españoles pudieron someter en un tiempo muy corto los dominios Incas. No solo por las razones de la captura de Atahualpa, sino también por la rápida sumisión de Tahantinsuyu en su conjunto a los designios de los españoles.
            Un elemento importante que debe tomarse en cuenta son las contradicciones políticas que existiesen en el seno de Tahantinsuyu, entre la etnia inca y los grupos étnicos regionales. El desagrado de los más importantes señores regionales frente al dominio inca fue el motor vital del triunfo de los españoles. Por otro lado, se ha hablado también de la división que existía entre las panacas o familiares reales del Cuzco que conformaron dos bandos, apoyando uno de ellos a Huáscar y el otro a Atahualpa. La guerra entre ambos fue una circunstancia muy favorable para los planes de conquista de Pizarro. Otro factor que ayudo a la caída del Tahuantinsuyu fue el temor que los indígenas sintieron ante la presencia del caballo, la buena red de caminos, puentes y tambos, que facilito la ocupación del territorio por los españoles, así como el poder destructivo de las armas que son aplicables al caso mexicanos. La primera descripción que hicieron a Moctezuma II sus embajadores refleja la impresión del despliegue del armamento y los sentimientos que les produjeron a estos embajadores.
            Las ventajas técnicas de los españoles en lo relativo al armamento fueron decisivas, no solamente por su eficacia, sino también por sus efectos colaterales como el ruido generado, o el humo los cuales durante la conquista causaron gran impresión en los indígenas. Rápidamente estos se acostumbraron a las armas de fuego y paso a ser importante el hecho de disponer del caballo el cual permita combatir a mayor altura que el enemigo. Junto con ello, los españoles empleaban mejores técnicas bélicas, dándose una circunstancia adicional que para los indígenas el combate tenía una visión ritual. Así eran diferentes los propósitos de los combatientes, los españoles con el propósito de matarlos y los aztecas con el objetivo de apresarlos para ofrecerlos en sacrificio.
            Tanto Cortés como Pizarro supieron aprovechar las ventajas así como Cortés en recibir ayuda de los tlaxcaltecas a diferencia de Pizarro.
            Debemos ponderar también la concurrencia de factores de carácter psicológico que causaron los conquistadores en los indígenas, Así ocurrió entre los aztecas que llegaron a identificar a Cortés con el dios Quetzalcóatl, o en los antes donde Viracocha era esperado, los factores religiosos debieron desempeñar un papel relevante que desmoralizo y confundió a los indígenas.
Etapas y límites de la Conquista
            Puede establecerse dos grandes etapas en el desarrollo de la conquista de los españoles: la primera es la Antillas, cronológicamente entre el primer viaje de Colón y los preparativos para la conquista de México; la segunda es la continental con la conquista de los imperios inca y azteca.
            La conquista de México significo el inicio de una nueva etapa en la presencia española en América. Los sucesos que prepararon hacia 1516 sería la conquista del imperio azteca, año en el que un puñado de españoles que no había obtenido éxito económicamente no social buscó la aprobación del gobernador de Cuba (Diego Velázquez de Cuéllas) para explorar por aguas caribeñas hacia el oeste. Al año siguiente llegaron a costas de Yucatán donde apreciaron la organización política, social y con manifestaciones de riqueza.
            Las noticias llegadas a Cuba animaron al gobernador a organizar empresas con dirección a esas Costas. La expedición de Juan de Grijalva alcanzó otras costas donde se pudo apreciar el poderío azteca. Estas noticias convencieron al gobernador Velázquez de organizar una expedición de mayor envergadura con propósitos de conquista. Sin embargo, Velázquez temía quien fuera designado como jefe tuviera intención de erigirse como la autoridad máxima en el nuevo asentamiento, no esperando autorización real para dicha expedición, escogió para comandarla a Hernán Cortés, quien luego se desligo de la autoridad del gobernador.
            Hernán Cortés era un hidalgo extremeño que sabía de leyes y de milicia, político, excelente diplomático y con don de gente considerable había reunido la experiencia de Núñez de Balboa para realizar la empresa con óptimas condiciones. Asumió el riesgo de ser un subordinado, apostando al éxito de la empresa. Así llego a México sin autorización.
            La conquista de México es un acontecimiento histórico a la cabeza de una expedición de más de medio millar de hombres distribuidos en once navíos. En las costas de Yucatán tuvieron los españoles el primer encuentro bélico contra los indígenas donde fueron exitosos. Allí fue donde conoció a Malinche o Marina, quien fue su amante y le dio un hijo. La importancia de esta radica en que se constituyó en una fundamental intérprete entre los españoles y los aztecas.
            En abril de 1519 había llegado al lugar conocido posteriormente como San Juan de Ulúa, donde permanecieron algunos meses. Cortés, preocupado por cómo estaba su legitimidad de autoridad hizo de una gran habilidad para alcanzarla. Tras la fundación de la ciudad de Veracruz, Cortés renunció a su autoridad ante los vecinos de la recién fundada localidad, los cuales acordaron devolvérsela. Con esta hábil actuación Cortés pretendió revestir de legalidad su poder. En los meses de permanencia, Cortés y los suyos pudieron comprobar dos hechos importantes: la riqueza del imperio azteca, que se revelaba a través de los obsequios recibidos y la inexistencia de una férrea unidad del mismo.
            En la segunda mitad del año 1519, Cortés se adelantó en el territorio mexicano. En el trayecto a la capital azteca Tenochtitlan, el suceso más destacable fue la alianza celebrada con los indígenas tlaxcaltecas. Estos disconformes con el dominio azteca vieron la alternativa de liberarse de él, a través de la unión con los españoles. Los aztecas pudieron comprobar con el tiempo y a través de los enviados tanto de Moctezuma y Cortés que la naturaleza de los invasores no era precisamente divina, en el momento de recibir el oro que le ofrecían.
            Fue el 8 de noviembre cuando los españoles llegaron a Tenochtitlan. Moctezuma recibió a Cortés de modo cordial y lo alojó en un palacio cercano al templo azteca. Consciente de que Moctezuma estaba confundido por la presencia de los conquistadores y que dudaba en la naturaleza de los conquistadores, Cortés se arriesgó a capturarlo, intuyendo que esa captura podía causar notable desconcierto y, la inacción de la gente. Al menos por los meses siguientes no hubo manifestaciones indígenas.
            Transcurridos el primer trimestre de 1520, coincidiendo con la salida de Cortés a la Costa, a raíz de las noticias de la llegada de fuerzas españolas, Cortés logro que los recién llegados lo tomaran como líder. En su ausencia Pedo de Alvarado, había ordenado la matanza de un grupo selecto de notables aztecas aprovechando la fiesta anual en honor de Huitzilopochtli en el templo mayor. La reacción valiente de los aztecas consiguió cercar a los españoles en los aposentos realices, fue esta la situación que encontró Cortés al regresar.
            El intento de Cortés de abandonar la ciudad fue conocido como “la noche triste”, donde muchos españoles y tlaxcaltecas perdieron la vida. Cortés pudo escapar y con nuevas alianzas con nativos y refuerzos llegados de Cuba pudo realizar el asalto definitivo a la ciudad de Tenochtitlan. En mayo de 1512 se rindió definitivamente la ciudad de Tenochtitlan con su líder a la cabeza Cuauhtémoc. Moctezuma había muerto meses atrás.
            La llegada de los conquistadores al territorio de Tahuantinsuyu estaba vinculada al istmo de Panamá. En los primeros años del siglo XVI se inició la ocupación de estas tierras por los españoles lo cual creo las gobernaciones de Castilla del Oro y Nueva Andalucía. La ciudad más importante de allí fue Santa María de la Antigua del Darién, donde Vasco Núñez de Balboa reorganizó el dominio sobre los indígenas con una actividad humanitaria poco frecuente. En 1513 atravesaron el istmo y encontró el Océano Pacífico.
Retrato de los conquistadores
            Las diferencias entre el Medioevo y la Modernidad no solo se dieron en el ámbito político, porque los conquistadores de América fueron hombres que vivieron entre la Edad Media y la Moderna. No solo por una cuestión cronológica sino porque en su mentalidad, los conquistadores fueron hombres medievales y modernos.
            De raíz medieval era el providencialismo, que llevo a los conquistadores a considerarse como portadores de la verdadera fe, que por su intermedio debía propagarse a quien la desconocía. Esto se vincula al espíritu caballeresco que los impulsa a servir a Dios y al rey. Del naciente espíritu moderno era el individualismo, con el cual los conquistadores realizaban hazañas con el fin de ser recomendados posteriormente. Junto con ello el afán de obtener riquezas, muy relacionado con el espíritu de la modernidad. Bernal Díaz del Castillo, solado a las órdenes de Cortés y celebrado cronista, fue quien expresó ese doble objetivo que los animaba; la obtención de riquezas y la propagación de la fe cristiana.
            En cuando al modo de actuación de la generalidad de los conquistadores, podemos situarnos en la mentalidad moderna, por tal entendemos el pragmatismo que llevaba a legitimar cualquier medio que condujera a obtener un fin determinado; no olvidemos la figura modélica de Fernando el Católico, considerado por Maquiavelo como ejemplo de gobernante moderno.
            Para entender  el interés de los conquistadores por impulsar  la evangelización de los indígenas, debemos considerar el contexto de la Península Ibérica en la que esos hombres nacieron. Nos referimos a lo que significo la Reconquista. La segunda mitad del siglo XV fue la época en la que nacieron muchos de los conquistadores de América, fue una etapa decisiva en la lucha de la monarquía castellana por terminar con el dominio político musulmán en su territorio. La Reconquista no fue un solo un conflicto político, sino una guerra de religión :<<una cruzada>>. Así los conquistadores de América se formaron con ese espíritu de cruzada, de lucha contra los “infieles”. Esto debe tenerse en cuenta para entender el afán de propagación del cristianismo que mostraron en América.
            Los conquistadores eran conscientes de que la evangelización era la base de la justificación de la conquista, era el gran argumento que podía legitimar el dominio político que se buscaba establecer en América. La iglesia proveía la sanción moral elevando una expedición de conquista a la categoría de cruzada. No olvidemos que todavía tenía cierta vigencia la teoría política del Papa como “Dominus Orbis” (Señor del Mundo). En la Edad Media se consideraba que el Romano Pontífice, como representante de Cristo ejercía ese señorío. Esto explica la promulgación de las célebres bulas por parte del papa Alejandro VI, haciendo donaciones a los Reyes Católicos de los territorios “descubiertos y por descubrir” en el Nuevo Mundo.
            Los conquistadores nunca estaban solos a pesar de ser individualistas y hombres de equipo. Permanecían en un grupo comandado por un jefe cuya capacidad se ponía a prueba por su aptitud para garantizar la supervivencia del grupo y para conducirlos al éxito. Bernal Díaz del Castillo ofrece una crónica mejor caracterizada de los conquistadores como grupo.
            La figura del conquistador resulta polémica, para ciertos historiadores los conquistadores son modelos humanos, y para otros son seres despreciables. El reparto del botín llevaba a diferentes disputas. Había desigualdad que se basaba en la posición social y en las supuestas diferencias en el valor de los servicios: los hombres luchaban a caballo recibían el doble que los que lo hacían a pie. Algunos lograban verdadera fortuna en el reparto, pero las perdían en el juego. Mientras algunos conquistadores regresaban a casa con sus ganancias, otros esperaban incrementar su fortuna antes de regresar. Es difícil enjuiciar a los conquistadores, porque no existió un prototipo. Si bien compartieron las características comunes, hubo también diferencia entre ellos por su talante, educación y posición social. Su actuación debe analizarse en el contexto histórico en el que esos hombres vivieron.

La Encomienda
            La institución de la encomienda fue apreciada por los conquistadores, como por muchos que llegaron después a América. Para entender esta institución debemos recordar una característica de la mentalidad medieval de los conquistadores en asociar servicio al monarca con mercedes otorgadas por este en pago a los servicios recibidos. El señorial de vida, propio del mundo medieval, consistía en tener vasallos como manifestación de autoridad y de prestigio.
            Los conquistadores y primeros pobladores de América ambicionaban en convertirse en señores de vasallos, pudiéndose concretar a través de la institución de la encomienda. Esta consistía en “encomendar” un determinado grupo de indígenas a un español, lo cual generaba al encomendero una serie de deberes y derechos. El derecho fundamenta consistía en la cobranza de tributo indígena. Todo indígena varón entre 18 y 50 años era tributario. Las obligaciones del encomendero era, velar que los indígenas encomendados fuesen adoctrinados en la fe cristiana, residir en una ciudad de españoles que fuera cabecera de os términos en los que vivían sus indígenas encomendados; acudir a la defensa de la tierra en caso de que fueren llamados por las autoridades. El encomendero debía pagar los gastos del cura doctrinero. La obligación del encomendero de residir en una ciudad se estableció en los primeros años de la colonización a raíz de los abusos físicos de los encomenderos con sus indígenas.
            La encomienda fue una cesión de tributos en donde el monarca quien debía cobrar el tributo de los indígenas, cedía ese derecho al encomendero en razón de que estos merecían tal recompensa por los servicios otorgados a la monarquía en la conquista. En los primeros tiempos de la colonización no hubo ningún control sobre las exigencias de los encomenderos a los indígenas, cometiéndose todo tipo de abusos con el objeto de conseguir el máximo beneficio de los ellos, exigiéndoles trabajo, la entrega de productos y eventualmente dinero. Posteriormente la Corona empezó a tomar mayor control sobre el territorio americano, estableciéndose las primeras tasaciones. Las tasaciones era una valoración de lo que el indígena podía entregar como tributo, ya sea en trabajo, especies o dinero. Con el establecimiento de las tasaciones se trató de limitar los abusos.
            La encomienda fue la institución vertebradora de la colonización que hizo posible el asentamiento permanente de los españoles en América, dado que la mayor riqueza era precisamente su población indígena que a través de su trabajo podía obtenerse los diferentes recursos que los españoles buscaban.
            La encomienda fue el medio por el cual los españoles pudieron obtener riquezas a partir del trabajo de los indígenas, sin embargo, en pocas décadas la encomienda dejo de tener la importancia fundamental que en los primeros años. Estos se debió a que la Corona nunca concedió merced de la encomienda por perpetuidad, sino por un plazo determinado de dos vidas: la del beneficiario y la de su inmediato sucesor.
            Con el tiempo muchas circunstancias hicieron decaer la importancia de la encomienda, sobre todo en la América nuclear. El fuerte descenso poblacional indígena que se produjo a lo largo del siglo XVI y el surgimiento de una creciente diversificación economía. Las nuevas actividades como la ganadería, la minería, la agricultura, etc.; generaban cada vez mayores beneficios y exigían una mano calificada. Esto contribuyó a que la encomienda fuera decayendo en la América nuclear, pero en las zonas periféricas la institución de la encomienda siguió siendo importante hasta principio de los tiempos coloniales.

La Corona y los “justos títulos”
            Un punto importante fue el de las polémicas que se desarrollaron en España y en territorios americanos en torno a la justicia y la legalidad de la conquista. Se discutieron los justos títulos de España para colonizar América y servirse de la mano de los indígenas. El sermón del fraile dominico Antonio de Montesinos en la Española en 1511, tuvo por objeto central el cuestionamiento de la licitud del domino español en las Antillas, así como, la censura frente a la explotación de los conquistadores de la población nativa.
            El problema que se planteaba era el de la justificación de la conquista, quienes la habían justificado a partir de las teorías medievales que afirmaban que el Para era el Dominus Orbis y las concesiones papales realizadas a los Reyes Católicos. Sin embargo, esa justificación empezó a ser cuestionada.
            Bartolomé de Las Casas se erigió en el principal abanderado de los argumentos que buscaban un mejor trato del indígenas, al punto de atribuirle el triunfo de sus argumentos con la promulgación de las Leyes Nuevas de 1542; las cuales incluían disposiciones en favor de un mejor trato al indígena y establecía un mayor control en cuanto al comportamiento de los españoles. La disposición más dura de ese cuerpo de leyes fue la drástica limitación en la posesión de las encomiendas la cual suscitó protestas en los diversos lugares de América. A pesar de que poco después de su promulgación buena parte de las Leyes Nuevas fueron suspendidas, su sola publicación es reveladora de la preocupación que por la justicia en la conquista había en las más altas esferas de la corte castellana.
            La polémica sobre la justicia de la conquista tuvo dos grandes protagonistas: el de Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda. Las Casas afirmaban que no era justo hacer la guerra a los naturales, y que la evangelización debía realizarse de modo pacífico. Sepúlveda aludía a la gravedad de los pecados de los indígenas y a la rudeza de su naturaleza como razones que hacían legal y necesaria la guerra contra los naturales. Su punto culminante en el debate que protagonizaron ambos en Valladolid entre 1550 y 1551, es conocido que Las Casas no tuvo éxito en sus intentos de poner en práctica una conquista pacífica.
            Francisco de Vitoria es un hito en esa línea de defensa de la igualdad de todos los hombres, convirtiéndose en el primer español que afirmo que la donación papal de los territorios americanos carecía de calor político. En su condición de firme seguidor del iusnaturismo católico, Vitoria definió una serie de títulos justos a partir de los cuales la Corona castellana podría declararse como legítima poseedora del continente americano, estos títulos buscaban fundamentarse en la razón natural. Vitoria procuro dejar de lado los argumentos teológicos con sus siete “justos títulos”.
            Vitoria busco establecer criterios razonables que pudieran ser aceptados por todos los hombres como títulos validos de conquista, muchos historiadores lo consideran el fundador del Derecho internacional público.
La visión de los vencidos
            Así como el impacto que los europeos experimentaron en el contacto con la realidad americana terrible fue el trauma que los nativos sufrieron tras la llegada de los españoles. Se dispone de testimonios directos de algunos nativos, estos fueron plasmados en imágenes por los propios testigos de los hechos y relatados a personas que los pusieron por escrito como Fray Bernardino de Sahagún, consignados por escritos por los propios testigos una vez que aprendieron el alfabeto latino.
            El temor ante las primeras noticas de la llegada de los españoles se había extendido entre los aztecas y causaba honda preocupación a sus dirigentes. A medida que los españoles avanzaban, llegaban noticias de destrucción y derrota de los pueblos por los que pasaban, En ese momento se impone la sensación de abandono por parte de los dioses en lo que se había creído y a los que se han sacrificado tantas víctimas.
            Los sufrimientos ocasionados por la guerra y los relatos de la derrota conmueven por la espontaneidad del sentimiento y la profundidad del dolor que revelan, en los poemas, en los cantos tristes, donde se ponen mejor de manifiesto la desesperación de quienes son testigos de la destrucción de los fundamentos de la cultura.
            En el ámbito andino, la obra de Felipe Guamán Poma de Ayala, dirigida a Felipe III, es el mejor testimonio de la visión de los incas vencidos. Algunos de los cuatrocientos dibujos que contiene la obra y sobre todo el texto que lo acompaña, contiene una denuncia de los abusos cometidos por los conquistadores con una visión pesimista de la colonización. Esta obra es un alegato contra los motivos de la conquista y la colonización. Los peruanos no habían dado ningún motivo para que los españoles les hicieran una guerra justa, puesto que los antiguos andinos eran de la descendencia de Noé y adoraban al Dios judeocristiano. Las primeras conversiones al cristianismo se habían producido con la predicación de San Bartolomé y, finalmente, los andinos no habían sido vencidos en una guerra justa sino que habían aceptado voluntariamente la soberanía de Carlos I.
            Los indígenas tuvieron y ejercieron varias opciones: integrarse en el sistema de vida de los vencedores, quedarse al margen de ese modelo y finalmente resistir. Se produjo en los indígenas una doble actitud, asimilando los valores europeos pero también conservando los propios.
            Son numerosos los casos de grupos étnicos que se opusieron tenaz y prolongadamente resistencia a la colonización, es el caso de los indígenas chilenos. Pero no solamente en las zonas periféricas se dio este caso sino también en la América nuclear.
            Los que tuvieron más éxito en su resistencia fueron los araucanos en el sur del Perú y los chichimecas en el norte de México, estos eran pueblos con culturas menos sofisticadas que las de los aztecas o incas, pero una vez que adaptaron sus técnicas de guerra a la de los españoles se convirtieron en un problema que obligo a estos a tener en pie de guerra un ejército permanente.